Tenemos la creencia de que el dolor hay que aguantarlo o que es necesario vivir con él. Cada vez, existen técnicas que nos permiten mejorar nuestro manejo del dolor y reducir su frecuencia e intensidad.
Tanto en postoperatorios, cuando las recuperaciones siempre son largas y difíciles como en enfermedades altamente incapacitantes, como la fibromialgia, resulta muy beneficioso el control mental del dolor.
A través del entrenamiento en unas sencilla técnicas mentales conseguimos una reducción de la experiencia de dolor que mejora nuestra calidad de vida, el afrontamiento de la enfermedad y aumenta la independencia del paciente.